Por
Aguirre Moro Laura Mariana
Hernández Hernández Heidi Ivette
Modesto Nájera Karla
Sánchez Mondragón Andrea Onodi
"Como las fiestas populares, la Revolución es un exceso y un gasto, un llegar a los extremos, un estallido de alegría y desamparo, un grito de orfandad y de júbilo, de suicidio y de vida, todo mezclado."
Octavio Paz
1910. Luego de huir de su confinamiento en una cárcel de San Luis Potosí, Francisco I. Madero se fue para San Antonio, Estados Unidos de América y, desde ahí, proclamó el Plan de San Luis Potosí, mediante el cual convocó a todos los mexicanos a tomar las armas en contra del gobierno del general Porfirio Díaz, a partir de las 6 de la tarde del domingo 20 de noviembre de 1910.
México hace 199 años. Estamos en los primeros años del siglo XX. Los titulares de diarios hablan del hundimiento del Titánic. En mundo se encamina al estallido de la Primera Guerra Mundial. Pero México vive otra realidad. Don Porfirio Díaz se había afianzado en el poder por tres décadas, acallando a los opositores, abriendo las inversiones al capital extranjero, mientras que millones de campesinos, la mayoría de la población de ese entonces, se batía en la pobreza y, en algunos casos, en la esclavitud.
Si bien el movimiento social iniciado por Madero estaba imbuido de los más puros anhelos sociales y aspiraba a una Patria mejor a través de la participación libre de los ciudadanos, lo cierto es que los sucesivos eventos fueron tergiversando la esencia de las garantías que quedaron inscritas en la Constitución de 1917 hasta llegar a la fundación de un Partido dominante e intolerante, con sello de la Revolución.
Los movimientos opositores iniciados por José Vasconcelos y de otros candidatos, estaban condenados a fracasar por el monopolio que tenía el gobierno del aparato electoral, hasta que por fin llegaron las reformas a la ley electoral y a la creación de un órgano independiente, que es el Instituto Federal Electoral. Con ello, se abrió el panorama y se empezaron a ver los primeros triunfos oposicioncitas. Los más contundentes, la pérdida de todas las posiciones en el Poder Legislativo del Distrito Federal y Delegaciones, y la Presidencia de la República.Con ello, se ventiló el ambiente político de México y se abrigan mejores expectativas ante la equidad electoral.
Fuera del movimiento maderista que se malogró, y de la redacción de la Carta Magna, hay pocos eventos que festejar, puesto que la lucha armada no siempre reflejó objetivos patrióticos, sino la búsqueda del poder egoísta.
Los mejores revolucionarios o murieron trágicamente o fueron exiliados... se quedaron los que vieron a México como una extensión de propiedad, y eso dio al traste con el proyecto de nación.Sin embargo, habrá que recordar la fuerte personalidad democrática de Madero, no obstante su estilo de gobernar.
El actual régimen, originado de un Partido político que criticó fuertemente a los gobiernos posrevolucionarios, no puede soslayar que el sistema político que dominó durante unos 70 años en el país, lo combatió electoralmente desde su fundación en 1939, desde el momento en que el partido dominante surgió y se consolidó a través de los sucesivos gobiernos, al grado de considerarlo como una parte del Estado, lo que resultaba antidemocrático.
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